martes, 24 de marzo de 2009

No es suficiente

Una de mis inacabables luchas internas es causada por el sentimiento de que lo que hago “nunca es suficiente”. Cíclicamente caigo en crisis por cuestionarme de manera permanente si soy suficientemente buena esposa, buena hija, buena hermana, buena nuera, buena amiga, buena profesional, buena tía, buena sobrina, etcétera…

Cada cierto tiempo – luego de que dos o tres personas colaboran en alimentar mi ego – me acomodo y caigo en la holgazanería y mediocridad. Lo peor es que hasta me he llegado a creer de las mediocritas mejores. Por suerte, cuento con familiares y amigos que también, en despliegue de amor verdadero, me hacen reconocer realidades que muestran mi imperfección e incapacidad, ahí regreso a ser una más del montón. Es cierto, nunca es suficiente…

Como decía la madre Teresa. “No es suficiente decir Yo Amo. Hay que amar hasta que duela. Debemos poner ese amor en acción. ¿Cómo podemos hacerlo? Dándonos a los demás hasta que duela”.

No sé. Debo determinar hasta dónde alcanza mi umbral del dolor y rogar para no caer en la tentación de ser anestesiada con la indiferencia.

Desobediencia Civil

Hay situaciones en las cuales hacer “valer” los derechos y opinión se convierten en violaciones hacia otras personas. Esta mañana me desplazaba rápidamente hacia el hospital metropolitano (HOMS) cuando tomé una avenida, la Rafael Vidal que me llevaría directamente a la autopista donde se encuentra dicho centro hospitalario. Encontré un embotellamiento de tal magnitud que me espanté, sin embargo, seguí la línea de vehículos hasta que choqué con una manifestación donde los vecinos de “Jardines del Este” exigían el arreglo de las calles. Estas personas bloquearon la avenida de tal forma que no era posible salir tomando ningún atajo. Al final me costó más de una hora salir de allí y llegar al hospital donde me esperaba mi esposo con nuestra sobrina interna.

Me pregunté qué diferencia había entre lo que la gente de los barrios hace cuando quema gomas y tira piedras y los “pacíficos” ciudadanos clase media cuando generan un caos general haciendo daño a toda una parte de la población que no tiene nada que ver con sus reclamos. Si querían llamar la atención lo lograron, pero imagino que mayormente debieron haber recibido miles de maldiciones por haber atentado contra una mañana de tráfico normal de miles de conciudadanos.

Recordé al Mahatma Gandhi quien, de manera pacífica y sin afectar a las personas por quienes luchaba, hacía valer su opinión, y cómo este minúsculo y raquítico hombre hizo salir al imperio inglés de la India sin lanzar una piedra ni tirar un tiro. Al fin de cuentas, hacer presiones utilizando la fuerza, coerción o chantajes es simplemente violencia o terrorismo barato.

lunes, 9 de marzo de 2009

Risa inoportuna

No sé si alguno de ustedes ha sido "víctima" de un ataque de risa incontrolable. En mi caso, esto me ha ocurrido en momentos muy serios, entre los que puedo contar tristemente el funeral de mi abuelo Chaguito y, en ocasiones, me ha pasado en la iglesia. En este último caso la recomendación de una amiga que ha sufrido este tipo de acceso es la de no sentarse atrás para no ser tentado por distracciones pseudo-pecaminosas.

Vi por primera vez este video en el blog de Mercedes Muñoz (Champola), la cuestión es que cada vez que lo veo me dan ataques de risa pero a sabiendas de que sé que hay momentos en los cuales una carcajada puede tener un desenlace trágico (me imagino a quienes se habrán reido de Trujillo, por ejemplo, en su cara). Al final de cuentas, reir o llorar tienen su momento y su lugar, ambos pueden ser sanadores si ocurren oportunamente.

Que lo disfruten... y les sirva de advertencia...

jueves, 5 de marzo de 2009

Un día normal

Sonó el despertador, me levanté con la sensación de un preso que va al patíbulo, resignadamente saqué mis dos pies de la tibia cama y salí a alistar a mis hijos para la escuela. Me invadió una especie de vacío por el estómago, que no asociaba directamente con el ayuno matinal, sino con una manifestación física igual a la que se ha producido las veces que me he tirado a toda velocidad por una montaña rusa. A lo que hoy me iba a enfrentar me hacía sentir abrumada.

Apenas antes de salir de casa leí rápidamente el evangelio de hoy, Mateo 7, 7-12 “…pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre…”. Desde temprano ya estaba deseando que llegara el abrigo de la noche a salvarme de un día que prometía ser complicado. Me pregunté si podría aguantar.

En la tarde, cuando los caminos se me iban cerrando, en el justo momento en que sentía la tensión aumentar y pensaba que ya iba a explotar, cerré mis ojos y la frase me golpeó la mente: “…pedid y se os dará…”, “dejo todo en tus manos”, pensé, como dándome por vencida. La respuesta no se hizo esperar en el abandono y en pocos segundos se produjo la solución a lo que me agobiaba desde hacía días.

Todavía siento que las fuerzas han abandonado mi cuerpo pues el cansancio llega luego de una larga carrera de resistencia, pero no quiero dejar de escribir lo que ha ocurrido. Días como hoy me demuestran que los milagros existen y que cuando he querido tirar la toalla y darme por vencida, sólo he tenido que entregar mis situaciones a El para que el descanso deseado llegue.