lunes, 11 de julio de 2011

Mi opinión ante el paro nacional convocaco para hoy día 11 de julio de 2011

Estoy de acuerdo con los medios de protesta pacíficos, aquellos en los que la llamada Sociedad Civil se pronuncia sin atentados ni amenazas.
Estoy de acuerdo con las manifestaciones que no afectan la jornada de miles de dominicanos y dominicanas, ciudadanos que seguramente hoy no producirán el dinero necesario para alimentar a los suyos.
Estoy de acuerdo con los medios de protesta donde se eleve libremente la voz del pueblo y no bajo violencia, coacción o sobornos.
Estoy de acuerdo con medios que no afecten la macroeconomía, o que espanten a los inversores internacionales por la inseguridad que se refleja en el país.
No estoy de acuerdo con el hara-kiri financiero de cerrar medio país por un pequeño grupo de saboteadores, creyendo que con eso le hacen campaña negativa al político de turno en la silla.

lunes, 25 de abril de 2011

Urbi et Orbi

Mensaje del papa Benedicto XVI en la Pascua de 2011


«In resurrectione tua, Christe, coeli et terra laetentur. En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra (Lit. Hor.)

Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo:

La mañana de Pascua nos ha traído el anuncio antiguo y siempre nuevo: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace veinte siglos, continúa resonando en la Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío, la fe de Pedro y de los otros Apóstoles.

Hasta hoy —incluso en nuestra era de comunicaciones supertecnológicas— la fe de los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas hermanas y hermanos que vieron primero la losa removida y el sepulcro vacío, después a los mensajeros misteriosos que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se aparece a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente, a los once reunidos en el Cenáculo (cf. Mc 16,9-14).

La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.

Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún, agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad.

«En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra». A esta invitación de alabanza que sube hoy del corazón de la Iglesia, los «cielos» responden al completo: La multitud de los ángeles, de los santos y beatos se suman unánimes a nuestro júbilo. En el cielo, todo es paz y regocijo. Pero en la tierra, lamentablemente, no es así. Aquí, en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias. Y, sin embargo, Cristo ha muerto y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy, y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy. Por eso, mi mensaje quiere llegar a todos y, como anuncio profético, especialmente a los pueblos y las comunidades que están sufriendo un tiempo de pasión, para que Cristo resucitado les abra el camino de la libertad, la justicia y la paz.

Que pueda alegrarse la Tierra que fue la primera a quedar inundada por la luz del Resucitado. Que el fulgor de Cristo llegue también a los pueblos de Oriente Medio, para que la luz de la paz y de la dignidad humana venza a las tinieblas de la división, del odio y la violencia. Que, en Libia, la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas y, en la actual situación de conflicto, se favorezca el acceso a las ayudas humanitarias a cuantos sufren las consecuencias de la contienda. Que, en los Países de África septentrional y de Oriente Medio, todos los ciudadanos, y particularmente los jóvenes, se esfuercen en promover el bien común y construir una sociedad en la que la pobreza sea derrotada y toda decisión política se inspire en el respeto a la persona humana. Que llegue la solidaridad de todos a los numerosos prófugos y refugiados que provienen de diversos países africanos y se han viso obligados a dejar sus afectos más entrañables; que los hombres de buena voluntad se vean iluminados y abran el corazón a la acogida, para que, de manera solidaria y concertada se puedan aliviar las necesidades urgentes de tantos hermanos; y que a todos los que prodigan sus esfuerzos generosos y dan testimonio en este sentido, llegue nuestro aliento y gratitud.

Que se recomponga la convivencia civil entre las poblaciones de Costa de Marfil, donde urge emprender un camino de reconciliación y perdón para curar las profundas heridas provocadas por las recientes violencias. Y que Japón, en estos momentos en que afronta las dramáticas consecuencias del reciente terremoto, encuentre alivio y esperanza, y lo encuentren también aquellos países que en los últimos meses han sido probados por calamidades naturales que han sembrado dolor y angustia.

Se alegren los cielos y la tierra por el testimonio de quienes sufren contrariedades, e incluso persecuciones a causa de la propia fe en el Señor Jesús. Que el anuncio de su resurrección victoriosa les infunda valor y confianza.

Queridos hermanos y hermanas. Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Ap 21,1), en la que finalmente viviremos como una sola familia, hijos del mismo Padre. Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él en este mundo lacerado, cantando el Aleluya. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo.

Feliz Pascua a todos.»

lunes, 21 de marzo de 2011

Diez ideas para vivir una buena...


1. Retirarse a una iglesia para saborear el silencio y la presencia de Dios: En un mundo que nos roba la serenidad son necesarios espacios de tranquilidad y oasis de paz para valorar, reflexionar y hacer una autocrítica sobre la vida que llevamos.
“El silencio es el único rumor que hace Dios cuando pasa por el mundo” (Víctor Manuel Arbeloa)

2. Escuchar la palabra del Señor: Estamos totalmente asediados y asaeteados por multitud de cuñas publicitarias y verdades a medias que son grandes mentiras. El Señor, con su Palabra, nos orienta para tomar la dirección adecuada sin alejarnos de El.
“Que nadie diga: ¿para qué voy a ir a la iglesia? Mira los que van todos los días, no practican lo que oyen. Sin embargo, hacen algo, oir. Así, algún día podrán hacer las dos cosas: oir y practicar. Pero tú, ¿cómo vas a llegar a practicar si estás huyendo de escuchar?” (San Agustín de Hipona)

3. Salir al encuentro de los demás: El tren de las prisas, con sus correspondientes vagones de estrés, nos hace individualistas y pasar de largo ciertas situaciones de dolor que nos rodean. La cuaresma invita a abrir los ojos, el corazón (y los bolsillos si hace falta) para que no olvidemos que la Fe exige compromiso.
“La caridad es una letra de cambio a largo plazo a favor del que la practica, aceptada por una firma de crédito ilimitado: Dios” (Anónimo).

4. Amar y trabajar por la iglesia: Hoy, talvez no está de moda el decir: “yo soy la Iglesia y la quiero”. Lo cierto es que, en los períodos de dificultades es donde la verdad sale a relucir y se manifiestan los valientes y grandes en la fe.
“¡La iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial, sino, cristianos de una pieza!” (Juan Pablo II).

5. Retomar o, incluso, iniciar el gusto por la oración: El Papa Juan Pablo II, en un mensaje con motivo de la cuaresma, nos invitaba a recorrer este camino hacia la Semana Santa intensificando nuestra relación con Dios. El silencio, entre otras cosas, es el ruido que Dios hace cuando pasa cerca de nosotros.
“Ora cuando te sientas solo, la oración te traerá la compañía de Dios”.

6. Guardar la vigilia y el ayuno: Cuando uno/a “tiene un/a amante”, es capaz de hacer cualquier cosa por él/ella. Cada viernes de cuaresma, siendo sobrios y distintos en nuestra alimentación, recordamos que Jesús sigue siendo importante en nuestras casas y, por ello mismo, realizamos este gesto.
“Libremos al cuerpo de sus toxinas, alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud” (Dr. Arbuthnot Lan).

7. Eucaristía diaria: Los cristianos necesitamos tomar fuerza y vitalidad de esa gran fuente de energía que emerge del altar. ¿Por qué no hacer extraordinario cada atardecer o cada amanecer con nuestra participación en la Eucaristía?
“La Eucaristía, el auténtico pesebre donde adorar a Jesús”
(Padre Raniero Cantalamessa OFMCap).

8. Promover dentro de nuestras familias el apetito por Dios: No hace falta ir lejos, ni mucho menos a otros continentes, para dar razón de nuestra fe. ¿Cuánto hace que no hemos recordado a nuestros familiares más directos su pertenencia a una iglesia que les dio a Jesús que, como madre, les necesita?
“La familia es el seno espiritual donde se fomentan las creencias y las costumbres”.

9. Dar gracias a Dios por los valores que el Evangelio nos propone: En medio del relativismo moral que nos sacude, lejos de desertar, hemos de ser agradecidos para con Dios porque nos hace diferentes a muchas personas que creen que en el “todo vale” reside la felicidad.
“Leer y hacer lo que dice el Evangelio, ayuda a aspirar a una libertad más grande” (J. Vallmajor).

10. Hablar bien y con delicadeza: No podemos olvidar que se consigue más con “miel que con hiel”. La cuaresma es un buen momento para corregir las blasfemias en nuestro lenguaje y las ofensas o el juicio duro hacia los que nos rodean.
“Suprimid y gritad contra Dios y se habrá hecho la noche en el alma humana”.(Lamartine)

domingo, 13 de marzo de 2011

Sabios consejos

...de San José María Escrivá...

"No juzgues a los demás;
no ofendas ni siquiera con la duda;
ahoga el mal con abundancia de bien;
siembra lealtad, justicia y paz;
pasa por alto las interpretaciones torcidas;
habla cuando pienses en conciencia que puedes hablar;
perdona, siempre, pronto y todo con la sonrisa en los labios;
y deja todo en manos de nuestro Padre Dios"

miércoles, 23 de febrero de 2011

Estoy cansada...

Estoy cansada de que los AMET abusen, poniendo multas por pisar líneas peatonales imaginarias.

Estoy cansada de que por los medios de comunicación se cometan tantos atropellos a la rigurosidad, la objetividad, a la ortografía y gramática.

Estoy cansada de ver cómo se falta al respeto a los demás con la impuntualidad, la chabacanería, el chisme, la indiscreción y la crítica malsana.

Estoy cansada de que me llamen de los bancos para ofrecerme tarjetas de crédito, de empresas que hacen estudios sobre los hábitos de vacaciones, de agencias encuestadoras u ofertantes de productos.

Estoy cansada de que traten de venderme una aspiradora Rainbow.

Estoy cansada de que traten de imponerme formas de ser y hacer.

Estoy cansada de ver que la misma gente que critica el gobierno comete actos inescrupulosos a diario, abanderándose con el slogan de que “si uno no lo hace los otros se le van adelante”.

Estoy cansada de la violencia que nos arropa, del maltrato a los seres más vulnerables, del abandono de los ancianos y niños.

Estoy cansada de ver cómo se trafica con la religión, cualquiera que sea la denominación.

Estoy cansada de oír cantantes desafinando.

Estoy cansada de que se premien como “obras de arte” a objetos que solo me producen pesadillas cuando duermo.

Estoy cansada de ver niños que parecen adultos.

Estoy cansada de que me quieran dar “gato por liebre”.

Estoy cansada de los embotellamientos.

Estoy cansada de que cada día se inventen un nuevo impuesto para poder subvencionar los vehículos lujosos de los funcionarios.

Estoy cansada y requetecansada de eso y muchas otras cosas más.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Auxilio! ¡Quiero hablar con un ser humano!

Hace unos quince o veinte años comencé a anunciar el oráculo de que llegaría un tiempo que las comunicaciones se iban a modernizar tanto que hasta en las iglesias nos iban a confesar por sistemas de grabación. Me imaginaba que llamaría a la iglesia y que me saldría algo como: “-Usted ha llamado a la parroquia San Antonio de Padua… si desea comunicarse con el padre Felipe, marque el 1. Para escuchar el horario de las celebraciones, marque el 2. Para acceder al sistema de confesión automática, marque el 3…”.

En Estados Unidos he podido escuchar ese tipo de grabación en las iglesias y me he reido de mi propia ocurrencia hecha realidad. Lo que yo no sabía era que alcanzaríamos un punto en que eso pasaría tal como lo pensaba y que sería, prácticamente imposible hablar con alguien cuando se llama a alguna empresa grande de servicios. El otro día intenté hablar con un operador de una compañía de telecomunicaciones, únicamente para tener información sobre un trámite, y pasé casi quince minutos en conseguir un representante que por teléfono me diera las informaciones que necesitaba. ¡Por favor!, ¡quiero hablar con un ser humano!

El colmo es que el otro día apareció la siguiente noticia en el portal de Aciprensa: “Vaticano rechaza uso del Iphone para confesión”. ¡Imagínense! Según el artículo, una empresa creó una aplicación para iPhone, iPad y iTouch llamada “confession”, la cual es promocionada como ayuda para preparase para el sacramento de la Reconciliación, “con preguntas incluso íntimas sobre actitudes y acciones personales”, dice el artículo. Algunos medios de prensa hasta decían que con la mencionada aplicación iba a ser posible confesarse utilizando el teléfono móvil.

Afortunadamente la respuesta no se hizo esperar cuando el representante del Vaticano expresó que para el sacramento se necesita la “relación de diálogo personal entre el penitente y el confesor y la absolución por parte del confesor presente" y que “el diálogo personal entre el penitente y el confesor no puede ser substituido de ninguna manera, por cualquier aplicación informática" y por tanto "de ninguna manera se puede hablar de ‘confesión por iPhone'".
Les invito a leer el resto del artículo que salió el 9 de febrero de 2011 en http://www.aciprensa.com/

Mi opinión es que nada sustituye el calor y el contacto de las personas. Nada se compara con crear un ámbito relacional en el cual se interactua con otros seres humanos. Ojalá que eso no lo perdamos ante el bombardeo de las BlackBerry, iPhones, e-mails, etc.. porque si no, al Señor que nos agarre confesados.

lunes, 14 de febrero de 2011

A propósito del día del Amor y la Amistad...

Es una buena ocasión para leer detenidamente y meditar a la luz de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios en su capítulo 13.

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor.”

viernes, 11 de febrero de 2011

Nuestra Señora de Lourdes

Quiero compartir mi devoción a la virgen María por los muchos milagros que Jesús ha realizado gracias a su intercesión desde las bodas de Caná, cuando María dijo a los sirvientes: "Hagan lo que él les diga...", llevando a su hijo a realizar el primer milagro público del cual tenemos conocimiento.

Hoy hace seis años que fui testigo de uno de esos milagros con la recuperación de mi padre en un atentado en el que casi pierde la vida. Ese día, dos atracadores fueron a casa de mis padres, él recibió un disparo a quemarropa con una escopeta al lado derecho de su pecho. Prácticamente desangrado, con las costillas, músculos destrozados, una sección del pulmón y numerosas venas y arterias afectadas... así llegó a la clínica. Cientos de perdigones se regaron en su cuerpo y ninguno tocó un órgano vital, una arteria principal.
Una secuencia de hechos "fortuitos" y encadenados produjeron que el atracador no matara a mi madre al caérseles las municiones, que ella pudiera reaccionar ágilmente pidiendo ayuda, que mi padre pudiera ser llevado a tiempo a la clínica, que todos los médicos aparecieran oportunamente, que las intervenciones fueran exitosas y que contra todo pronóstico lógico-humano, él pudiera salvarse.

Yo no sabía, hasta unos años después, que ese mismo día se celebraba Nuestra Señora de Lourdes y que ese mismo día, decenas de personas oraban pidiendo por la sanación de mi padre. Hoy también celebro el nacimiento de una sobrina a la que, desde su gestación, he encomendado a la Virgen. Si Dios quiere, algún día contaré esos testimonios.

Las devociones a María tienen muchos nombres...yo pienso que son apodos cariñosos que cada pueblo puede dar a la misma madre y que se explican de acuerdo a cómo y cuándo la Virgen ha realizado su aparición. Aprovecho para publicar el relato de la historia de Nuestra Señora de Lourdes, tomado del portal de http://www.aciprensa.com/.

El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó de manera directa y cercana su profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de 14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.

La historia de la aparición empieza cuando Bernardita, quien nació el 7 de enero de 1844, salió, junto a dos amigas, en búsqueda de leña en la Roca de Masabielle. Para ello, tenía que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.

Fue en ese momento, que Bernardita experimenta el encuentro con Nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida, "sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver".

"Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos; pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció".

A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita en la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos -aunque la verdad es que Bernardita no decía mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle.
A pesar de la prohibición, muchos amigos de Bernardita le pedía que vuelva a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero.

Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias personas, que con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo narrado. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario; es en ese momento que Nuestra Madre se aparece por tercera vez. Bernardita narra así esta aparición: "Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: 'Ahí está'. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la cruz. Yo le dije: 'Si vienes de parte de Dios, acércate'. Ella dio un paso hacia delante".

Luego, la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro".

Luego de este intenso momento que cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones se corrió por toda el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso, aunque otros se burlaban.

Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia.

lunes, 7 de febrero de 2011

Recordando a los maestros


Aprovecho lo candente de la discusión sobre el tema Educación para quitar las telas de araña de mi blog y rendir tributo a una de las profesiones más dignas y honorables, pero que en la práctica es de las menos reconocidas.

En mi familia existe la herencia del magisterio. Mi madre es educadora desde muy joven. A veces me encuentro con personas mayores que me dicen: “tu mamá fue mi profesora”. Me quedo mirando dudosa, pensando en la edad incierta en que ella comenzó y cómo esos alumnos se ven mucho más viejos que ella. Dos de mis hermanos y yo hemos seguido esos pasos dentro de nuestras respectivas profesiones y, desde jóvenes, hemos realizado labores desde la de alfabetizar y catequizar hasta la de enseñar a universitarios.

Mi abuela paterna, Clementina Núñez, a la que no conocí, fue maestra graduada de la escuela normal, alumna de Ercilia Pepín. En esa época, según me cuenta mi papá, la maestra de una localidad era a veces tanto o más respetada que el sacerdote y el alcalde. El maestro tenía la misma autoridad sobre los niños como la tenían los padres.

Yo tuve una maestra de la vieja guardia cuando yo estudiaba en sexto de básica, la Señorita Antonia Silverio. No podíamos llegar al aula despeinados, con las manos sucias o el uniforme mal puesto. Hacíamos una fila perfecta para el acto de bandera, al que nos enseñaron a rendir los debidos honores, recordando mantener una actitud solemne al momento del himno nacional. Al llegar a clases nos colocábamos al lado de las butacas y cuando la maestra llegaba a su escritorio, todos, al unísono decíamos “!buenos días Señorita Antonia!”.

Hay que decir que a la señorita Antonia todos los alumnos de básica le temíamos por su estricta disciplina. Nos enseñaba caligrafía Palmer, todos los viernes nos ponía a hacer ejercicios que facilitaban la movilidad de la mano. La buena caligrafía era un requisito para poder ir avanzando de curso. Si mal no recuerdo, yo tenía el tercer lugar en caligrafía, ostentando los dos primeros lugares mis compañeritos Domingo Antuña Cabral y Firelei Tavarez Fanini.

Debimos aprender a elaborar preguntas y a responder con perfecta gramática. Con ella aprendimos el Juramento Trinitario, el Himno a Juan Pablo Duarte. Leimos “Platero y yo”, “Enriquillo”…Todavía recuerdo las estrofas de “La llegada del Invierno” de Salomé Ureña de Henríquez, la cual había que saberse para el examen de expresión oral del primer cuatrimestre (Llega en buena hora, más no presumas… ser de estos valles, regio señor… que en el espacio mueren tus brumas, cuando del seno de las espumas, emerge el astro de esta región…).

La señorita Antonia nos hablaba de la pulcritud, la urbanidad y los buenos modales, los valores patrios, la geografía, la religión Católica, la literatura universal… Con ella aprendimos el Juramento de los Trinitarios. Ella nos preguntaba: “¿Quién ha sido el autor de la obra cumbre de la literatura?”, debíamos responder con toda la propiedad: "El autor de la obra cumbre de la literatura española fue Miguel de Cervantes Saavedra, también llamado el manco de Lepanto".

Como la señorita Antonia pasaron muchos maestros en mi vida que me enseñaron civismo, el respeto a los demás, el amor por la literatura, el deseo de defender los derechos humanos, el amor por las artes… pasaron maestros que vieron en mi más que una pequeña niña revoltosa e inquieta y que de alguna manera, lograban ver en cada uno de nosotros, sus alumnos, al futuro médico, la futura madre, al futuro presidente de la república… veían la grandeza incipiente de sus pequeños niños.

Hoy el maestro es olvidado. Los gobernantes no creen que la educación sea una prioridad. Los presupuestos se vuelcan hacia las inversiones de zonas francas, complejos turísticos, infraestructuras viales o tecnología fantasma que supuestamente se lleva a nuestras aulas. Los niños dominicanos son tratados y educados como si fueran excedentes de producción, sin valor.

Pero, como se dice, ¡la esperanza debe ser lo último en perderse! Debemos hacer nuestra parte, devolver tanto bien recibido, seguir el ejemplo de Jesús, el maestro de maestros, y honrar a nuestros próceres liberando a nuestra patria del yugo de la ignorancia y la pobreza.