lunes, 11 de julio de 2011

Mi opinión ante el paro nacional convocaco para hoy día 11 de julio de 2011

Estoy de acuerdo con los medios de protesta pacíficos, aquellos en los que la llamada Sociedad Civil se pronuncia sin atentados ni amenazas.
Estoy de acuerdo con las manifestaciones que no afectan la jornada de miles de dominicanos y dominicanas, ciudadanos que seguramente hoy no producirán el dinero necesario para alimentar a los suyos.
Estoy de acuerdo con los medios de protesta donde se eleve libremente la voz del pueblo y no bajo violencia, coacción o sobornos.
Estoy de acuerdo con medios que no afecten la macroeconomía, o que espanten a los inversores internacionales por la inseguridad que se refleja en el país.
No estoy de acuerdo con el hara-kiri financiero de cerrar medio país por un pequeño grupo de saboteadores, creyendo que con eso le hacen campaña negativa al político de turno en la silla.

lunes, 25 de abril de 2011

Urbi et Orbi

Mensaje del papa Benedicto XVI en la Pascua de 2011


«In resurrectione tua, Christe, coeli et terra laetentur. En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra (Lit. Hor.)

Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo:

La mañana de Pascua nos ha traído el anuncio antiguo y siempre nuevo: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace veinte siglos, continúa resonando en la Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío, la fe de Pedro y de los otros Apóstoles.

Hasta hoy —incluso en nuestra era de comunicaciones supertecnológicas— la fe de los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas hermanas y hermanos que vieron primero la losa removida y el sepulcro vacío, después a los mensajeros misteriosos que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se aparece a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente, a los once reunidos en el Cenáculo (cf. Mc 16,9-14).

La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.

Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún, agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad.

«En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra». A esta invitación de alabanza que sube hoy del corazón de la Iglesia, los «cielos» responden al completo: La multitud de los ángeles, de los santos y beatos se suman unánimes a nuestro júbilo. En el cielo, todo es paz y regocijo. Pero en la tierra, lamentablemente, no es así. Aquí, en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias. Y, sin embargo, Cristo ha muerto y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy, y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy. Por eso, mi mensaje quiere llegar a todos y, como anuncio profético, especialmente a los pueblos y las comunidades que están sufriendo un tiempo de pasión, para que Cristo resucitado les abra el camino de la libertad, la justicia y la paz.

Que pueda alegrarse la Tierra que fue la primera a quedar inundada por la luz del Resucitado. Que el fulgor de Cristo llegue también a los pueblos de Oriente Medio, para que la luz de la paz y de la dignidad humana venza a las tinieblas de la división, del odio y la violencia. Que, en Libia, la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas y, en la actual situación de conflicto, se favorezca el acceso a las ayudas humanitarias a cuantos sufren las consecuencias de la contienda. Que, en los Países de África septentrional y de Oriente Medio, todos los ciudadanos, y particularmente los jóvenes, se esfuercen en promover el bien común y construir una sociedad en la que la pobreza sea derrotada y toda decisión política se inspire en el respeto a la persona humana. Que llegue la solidaridad de todos a los numerosos prófugos y refugiados que provienen de diversos países africanos y se han viso obligados a dejar sus afectos más entrañables; que los hombres de buena voluntad se vean iluminados y abran el corazón a la acogida, para que, de manera solidaria y concertada se puedan aliviar las necesidades urgentes de tantos hermanos; y que a todos los que prodigan sus esfuerzos generosos y dan testimonio en este sentido, llegue nuestro aliento y gratitud.

Que se recomponga la convivencia civil entre las poblaciones de Costa de Marfil, donde urge emprender un camino de reconciliación y perdón para curar las profundas heridas provocadas por las recientes violencias. Y que Japón, en estos momentos en que afronta las dramáticas consecuencias del reciente terremoto, encuentre alivio y esperanza, y lo encuentren también aquellos países que en los últimos meses han sido probados por calamidades naturales que han sembrado dolor y angustia.

Se alegren los cielos y la tierra por el testimonio de quienes sufren contrariedades, e incluso persecuciones a causa de la propia fe en el Señor Jesús. Que el anuncio de su resurrección victoriosa les infunda valor y confianza.

Queridos hermanos y hermanas. Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Ap 21,1), en la que finalmente viviremos como una sola familia, hijos del mismo Padre. Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él en este mundo lacerado, cantando el Aleluya. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo.

Feliz Pascua a todos.»

lunes, 21 de marzo de 2011

Diez ideas para vivir una buena...


1. Retirarse a una iglesia para saborear el silencio y la presencia de Dios: En un mundo que nos roba la serenidad son necesarios espacios de tranquilidad y oasis de paz para valorar, reflexionar y hacer una autocrítica sobre la vida que llevamos.
“El silencio es el único rumor que hace Dios cuando pasa por el mundo” (Víctor Manuel Arbeloa)

2. Escuchar la palabra del Señor: Estamos totalmente asediados y asaeteados por multitud de cuñas publicitarias y verdades a medias que son grandes mentiras. El Señor, con su Palabra, nos orienta para tomar la dirección adecuada sin alejarnos de El.
“Que nadie diga: ¿para qué voy a ir a la iglesia? Mira los que van todos los días, no practican lo que oyen. Sin embargo, hacen algo, oir. Así, algún día podrán hacer las dos cosas: oir y practicar. Pero tú, ¿cómo vas a llegar a practicar si estás huyendo de escuchar?” (San Agustín de Hipona)

3. Salir al encuentro de los demás: El tren de las prisas, con sus correspondientes vagones de estrés, nos hace individualistas y pasar de largo ciertas situaciones de dolor que nos rodean. La cuaresma invita a abrir los ojos, el corazón (y los bolsillos si hace falta) para que no olvidemos que la Fe exige compromiso.
“La caridad es una letra de cambio a largo plazo a favor del que la practica, aceptada por una firma de crédito ilimitado: Dios” (Anónimo).

4. Amar y trabajar por la iglesia: Hoy, talvez no está de moda el decir: “yo soy la Iglesia y la quiero”. Lo cierto es que, en los períodos de dificultades es donde la verdad sale a relucir y se manifiestan los valientes y grandes en la fe.
“¡La iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial, sino, cristianos de una pieza!” (Juan Pablo II).

5. Retomar o, incluso, iniciar el gusto por la oración: El Papa Juan Pablo II, en un mensaje con motivo de la cuaresma, nos invitaba a recorrer este camino hacia la Semana Santa intensificando nuestra relación con Dios. El silencio, entre otras cosas, es el ruido que Dios hace cuando pasa cerca de nosotros.
“Ora cuando te sientas solo, la oración te traerá la compañía de Dios”.

6. Guardar la vigilia y el ayuno: Cuando uno/a “tiene un/a amante”, es capaz de hacer cualquier cosa por él/ella. Cada viernes de cuaresma, siendo sobrios y distintos en nuestra alimentación, recordamos que Jesús sigue siendo importante en nuestras casas y, por ello mismo, realizamos este gesto.
“Libremos al cuerpo de sus toxinas, alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud” (Dr. Arbuthnot Lan).

7. Eucaristía diaria: Los cristianos necesitamos tomar fuerza y vitalidad de esa gran fuente de energía que emerge del altar. ¿Por qué no hacer extraordinario cada atardecer o cada amanecer con nuestra participación en la Eucaristía?
“La Eucaristía, el auténtico pesebre donde adorar a Jesús”
(Padre Raniero Cantalamessa OFMCap).

8. Promover dentro de nuestras familias el apetito por Dios: No hace falta ir lejos, ni mucho menos a otros continentes, para dar razón de nuestra fe. ¿Cuánto hace que no hemos recordado a nuestros familiares más directos su pertenencia a una iglesia que les dio a Jesús que, como madre, les necesita?
“La familia es el seno espiritual donde se fomentan las creencias y las costumbres”.

9. Dar gracias a Dios por los valores que el Evangelio nos propone: En medio del relativismo moral que nos sacude, lejos de desertar, hemos de ser agradecidos para con Dios porque nos hace diferentes a muchas personas que creen que en el “todo vale” reside la felicidad.
“Leer y hacer lo que dice el Evangelio, ayuda a aspirar a una libertad más grande” (J. Vallmajor).

10. Hablar bien y con delicadeza: No podemos olvidar que se consigue más con “miel que con hiel”. La cuaresma es un buen momento para corregir las blasfemias en nuestro lenguaje y las ofensas o el juicio duro hacia los que nos rodean.
“Suprimid y gritad contra Dios y se habrá hecho la noche en el alma humana”.(Lamartine)

domingo, 13 de marzo de 2011

Sabios consejos

...de San José María Escrivá...

"No juzgues a los demás;
no ofendas ni siquiera con la duda;
ahoga el mal con abundancia de bien;
siembra lealtad, justicia y paz;
pasa por alto las interpretaciones torcidas;
habla cuando pienses en conciencia que puedes hablar;
perdona, siempre, pronto y todo con la sonrisa en los labios;
y deja todo en manos de nuestro Padre Dios"

miércoles, 23 de febrero de 2011

Estoy cansada...

Estoy cansada de que los AMET abusen, poniendo multas por pisar líneas peatonales imaginarias.

Estoy cansada de que por los medios de comunicación se cometan tantos atropellos a la rigurosidad, la objetividad, a la ortografía y gramática.

Estoy cansada de ver cómo se falta al respeto a los demás con la impuntualidad, la chabacanería, el chisme, la indiscreción y la crítica malsana.

Estoy cansada de que me llamen de los bancos para ofrecerme tarjetas de crédito, de empresas que hacen estudios sobre los hábitos de vacaciones, de agencias encuestadoras u ofertantes de productos.

Estoy cansada de que traten de venderme una aspiradora Rainbow.

Estoy cansada de que traten de imponerme formas de ser y hacer.

Estoy cansada de ver que la misma gente que critica el gobierno comete actos inescrupulosos a diario, abanderándose con el slogan de que “si uno no lo hace los otros se le van adelante”.

Estoy cansada de la violencia que nos arropa, del maltrato a los seres más vulnerables, del abandono de los ancianos y niños.

Estoy cansada de ver cómo se trafica con la religión, cualquiera que sea la denominación.

Estoy cansada de oír cantantes desafinando.

Estoy cansada de que se premien como “obras de arte” a objetos que solo me producen pesadillas cuando duermo.

Estoy cansada de ver niños que parecen adultos.

Estoy cansada de que me quieran dar “gato por liebre”.

Estoy cansada de los embotellamientos.

Estoy cansada de que cada día se inventen un nuevo impuesto para poder subvencionar los vehículos lujosos de los funcionarios.

Estoy cansada y requetecansada de eso y muchas otras cosas más.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Auxilio! ¡Quiero hablar con un ser humano!

Hace unos quince o veinte años comencé a anunciar el oráculo de que llegaría un tiempo que las comunicaciones se iban a modernizar tanto que hasta en las iglesias nos iban a confesar por sistemas de grabación. Me imaginaba que llamaría a la iglesia y que me saldría algo como: “-Usted ha llamado a la parroquia San Antonio de Padua… si desea comunicarse con el padre Felipe, marque el 1. Para escuchar el horario de las celebraciones, marque el 2. Para acceder al sistema de confesión automática, marque el 3…”.

En Estados Unidos he podido escuchar ese tipo de grabación en las iglesias y me he reido de mi propia ocurrencia hecha realidad. Lo que yo no sabía era que alcanzaríamos un punto en que eso pasaría tal como lo pensaba y que sería, prácticamente imposible hablar con alguien cuando se llama a alguna empresa grande de servicios. El otro día intenté hablar con un operador de una compañía de telecomunicaciones, únicamente para tener información sobre un trámite, y pasé casi quince minutos en conseguir un representante que por teléfono me diera las informaciones que necesitaba. ¡Por favor!, ¡quiero hablar con un ser humano!

El colmo es que el otro día apareció la siguiente noticia en el portal de Aciprensa: “Vaticano rechaza uso del Iphone para confesión”. ¡Imagínense! Según el artículo, una empresa creó una aplicación para iPhone, iPad y iTouch llamada “confession”, la cual es promocionada como ayuda para preparase para el sacramento de la Reconciliación, “con preguntas incluso íntimas sobre actitudes y acciones personales”, dice el artículo. Algunos medios de prensa hasta decían que con la mencionada aplicación iba a ser posible confesarse utilizando el teléfono móvil.

Afortunadamente la respuesta no se hizo esperar cuando el representante del Vaticano expresó que para el sacramento se necesita la “relación de diálogo personal entre el penitente y el confesor y la absolución por parte del confesor presente" y que “el diálogo personal entre el penitente y el confesor no puede ser substituido de ninguna manera, por cualquier aplicación informática" y por tanto "de ninguna manera se puede hablar de ‘confesión por iPhone'".
Les invito a leer el resto del artículo que salió el 9 de febrero de 2011 en http://www.aciprensa.com/

Mi opinión es que nada sustituye el calor y el contacto de las personas. Nada se compara con crear un ámbito relacional en el cual se interactua con otros seres humanos. Ojalá que eso no lo perdamos ante el bombardeo de las BlackBerry, iPhones, e-mails, etc.. porque si no, al Señor que nos agarre confesados.